Fibromialgia, ¿qué sabemos de esta enfermedad y cómo afrontarla?

Los síntomas más característicos son los dolores que implican múltiples segmentos del cuerpo, un mal dormir que se traduce en noches que no reparan el cuerpo y la consecuente sensación de tener poca energía o estar cansado permanentemente. La fibromialgia puede ser una condición aislada en la persona o estar asociada a otras condiciones de salud como serían algunos tipos de problemas de las articulaciones y desequilibrios en los sistemas de defensa del cuerpo, conocidos como enfermedades autoinmunes. Es muy común que se asocie con tristeza, ansiedad, miedo y angustia. Con bastante frecuencia quienes sufren de fibromialgia, han visitado a una gran cantidad de profesionales de la salud, han tomado muchos medicamentos o han sido sometidos a una inmensa cantidad de procedimientos que con bastante frecuencia no generan mejoría de los síntomas. Todo lo anterior se traduce en mayor miedo, soledad, desamparo y desesperación, favoreciendo así la conformación de un círculo dolor-miedo, dolor-tristeza, dolor-desesperanza que termina por favorecer o empeorar el sufrimiento. 

Es bastante común que quienes consultan y sean diagnosticados con fibromialgia se sientan angustiados frente a los múltiples estudios que ordenan los médicos y que no resultan con la causa de todo aquello que sienten; llevando esto a más consultas y otros estudios que no sólo no permitirán hallar el origen del dolor, la fatiga y las noches sin descanso, sino que al tiempo exponen a las personas a los riesgos inherentes de algunos exámenes. Lo mismo ocurre, durante su búsqueda de alivio, con los riesgos y peligros que conllevan la toma de diferentes medicinas con las que frecuentemente no hallan mejoría. 

Es prioritario que todas las personas a las que se les haya diagnosticado fibromialgia sepan que esta no es una enfermedad degenerativa y que tiene tratamiento. Será importantísimo que el manejo de esta condición incluya a la persona y a un profesional o profesionales de la salud que tengan conocimiento sobre el tema y se construyan estrategias terapéuticas en conjunto, que estén orientadas no sólo al alivio de los síntomas a través de medicamentos sino, además, tratamientos orientados a que la persona mejore su vitalidad, alegría, disminuyan sus miedos y mejore su movilidad y funcionamiento en las actividades de la vida diaria.

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